lunes, 25 de mayo de 2009

México: La farsa de la readaptación de delincuentes

Eluniversal.com.mx
22-mayo-2009
Por Claudia Bolaños (*)

El motín en el Reclusorio Sur podría tener otro origen, más allá del hambre que los internos pudieron tener por la restricción a que sus familiares los visitaran y les llevaran más comida de la que reciben ordinariamente. La revuelta, podría ser más bien una consecuencia de los privilegios que se han visto trastocados.

Hace casi un mes, el colombiano Diego Velázquez García, sentenciado por delitos relacionados con el tráfico de drogas, fue trasladado a un penal federal en Matamoros, Tamaulipas.

Don Diego –como se le conocía-, era el interno que, según personal del Reclusorio Sur, se encargaba de distribuir la droga entre los internos, además de tener el control de los dormitorios 1 y 9, caracterizados por los privilegios en los que vivían los reos.

Celulares, pantallas de plasma, frigobares y computadoras, eran parte de esos lujos.

Tras el traslado de Don Diego, las autoridades cerraron los dos dormitorios y ahora están en remodelación para ser ocupados, presuntamente, por presos enfermos y de la tercera edad.

La encargada de las cárceles capitalinas, Celina Oseguera, ha afirmado que se acabaron los privilegios en el Reclusorio Sur, pero no se ha informado el motivo ni se han proporcionado más detalles por parte de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, de la que es titular.

Investigaciones de la Procuraduría capitalina han registrado operativos nocturnos en esa cárcel, debido la participación de reos en secuestros que cometen sus cómplices.

Un hecho que alertó a las autoridades fue la muerte de Jorge Velázquez González, quien era el jefe de Seguridad de ese penal, el 10 de junio de 2008, luego de que se realizó un operativo en el que se decomisaron teléfonos celulares y computadoras en el Dormitorio 9.

Algunos trabajadores del Reclusorio indican que el operativo se realizó tras conocerse información de una posible fuga, y otros empleados de ese penal dicen que fue para subir las cuotas por el uso de esos aparatos.

El hecho es que dicho jefe de custodia del Sur, con apenas un mes en el cargo, fue asesinado tras salir de su jornada laboral. Fue torturado y recibió el tiro de gracia.

"Por bajar a mis compadres a los módulos y quitar los aparatos a los del Nueve, te mandamos al infierno y los que faltan", indicaba un recado que colocaron junto a su cadáver.

A pesar de las muchas conjeturas que se hicieron dentro del reclusorio, hasta el momento esa muerte no ha sido aclarada por la Procuraduría capitalina.

Antes, el 4 de noviembre de 2007, también fueron asesinado, en pleno día, José Juan Juárez Nava y Omar Octavio Hernández Ocampo, jefe y subjefe de grupo, luego de hacer un operativo para el decomiso del mismo tipo de objetos.

Las computadoras, según investigaciones ministeriales han sido utilizadas para conocer de posibles víctimas de secuestro y planear los plagios.

A penas el pasado lunes 18 de mayo, policías judiciales entraron a ese reclusorio para desmembrar a un grupo delictivo conocido como la banda de El Roca, integrada por tres reos del Sur.

Ese grupo criminal operaba desde principios del año 2000, y mutilaba a sus víctimas para presionar al pago de su rescate.

Autoridades de ese penal, se curaron en salud y de inmediato mandaron a hacer una revisión para quitar más celulares. En la noche ya había malestar.

A las siete de la mañana del día siguiente, el penal se despertó con un motín iniciado.

Primero las autoridades penitenciarias negaron que hubiera lesionados, luego, ante las evidencias fotográficas, aceptaron que hubo 51 heridos.

Investigadores del área de secuestros han indicado que la corrupción en las cárceles es fuente de una serie de ilícitos planeados desde las cárceles.

Ahora ese caso, y las acusaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, en referencia al maltrato y abuso a internos, ha llevado a los diputados locales a sentarse a revisar la propuesta de ese organismo, para crear la Ley del Sistema Penitenciario.

Sin embargo, el asunto poco prosperará porque la agenda de los legisladores locales no demostró en su momento tener en sus prioridades atender el grave problema de la corrupción dentro de los penales, mientras que la autoridad tampoco ha dado muestras de acabar en definitiva con tantas formas de corrupción.

¿Dónde está la readaptación que tanto pregona como su meta el sistema carcelario mexicano?

(*) Claudia Bolaños es reportera y cubre temas del sector Justicia y del sistema penitenciario de la ciudad de México, así como de derechos humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario